Entrevista por el 24 de marzo
Claudia, una parte de la vida en medio de un periodo aterrador de la Argentina.
“... todo está guardado en la memoria…”
Era una tarde otoñal del mes de marzo, cuando en el cálido living de su casa me recibió Claudia, entre memorias y anécdotas, ella pudo relatar sus vivencias durante la Última Dictadura Cívico-Militar Argentina, periodo en el cual su padre estuvo detenido durante seis meses.
Nos situamos en Rojas por el año 1975, una pequeña localidad del interior de la provincia de Buenos Aires, de unas 16000 personas en la totalidad del partido homónimo por aquellas épocas.
Claudia asistía a la Escuela Nacional Nicolás Avellaneda, era una de las dos hijas de un matrimonio tradicional y su vida era la de una adolescente común y corriente.
- ¿Qué recuerdos vienen a tu cabeza si pensas aproximadamente 40 años para atrás?
Eran épocas muy oscuras. La sociedad estaba dividida, había un proceso político de una presidenta que era Isabel Perón, que no tenía ningún tipo de poder, y estaba “fascinada” y “llevada” por José López Rega, que era quien realmente conducía el país. Junto a que la parte económica también era desastrosa, termina desencadenando en un Golpe de Estado, que es el famoso proceso militar que todos conocemos.
- ¿Cómo era tu cotidianidad?
Mi cotidianeidad eran la escuela y mi casa. Yo tenía 14 años, era alumna del colegio nacional de Rojas, la típica escuela secundaria, donde el tiempo era plenamente dedicado a conceptos académicos, no había debates, lo que pasaba afuera no se tocaba, de hecho de política nunca se habló. La juventud estaba en un limbo.
- ¿En tu familia si la política era un tema del que se hablaba?
Si, en mi casa siempre se habló y mucho. Mi papá desde que estudió abogacía en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires se afilió al Partido Comunista, mis tíos eran militantes del Partido Socialista (con influencia en Rojas por la década de 1960) y siempre estaba el tío conservador que hacía contraste. Me acuerdo de los buenos debates que se armaban entre los mayores, los chicos mientras tanto jugábamos.
- ¿Cómo fueron los meses previos al 24 de marzo de 1976?
En enero de ese año, mi papa recibía amenazas de la Alianza Anticomunista Argentina mediante textos tirados por debajo de la puerta, donde claramente alguien de Rojas se encargaba de llevar. Mi hermana y yo nos enteramos mucho después de esto.
Lo que sí recuerdo es que un día, del mismo mes de enero, llegaron a mi casa un coronel junto con 4 soldados, y muy respetuosamente, pero con una orden de allanamiento ilegal, ingresaron en busca de armas y textos comprometedores (libros subversivos). Se detuvieron minuciosamente en el estudio jurídico, donde estaba la biblioteca principal de la casa y muchas carpetas con papeles.
- ¿Cuánto tiempo después sucede que vuelven para llevar detenido a tu papá?
Vuelven en la madrugada del 17 de marzo de 1976 (antes de que se declarase el Golpe de Estado, legalmente era el gobierno de Isabel Perón). Ahí si no fue con buenos modales. Era un camión entero de militares con alguien al mando, a los gritos, pateando la puerta, rompiendo vidrios y entrando por la ventana.
Mi papa se asusta y sale corriendo por los tapiales, a media cuadra lo agarran y lo traen esposado, descalzo y le ponen un pañuelo negro tapándole los ojos. Ahí empiezan a dar vuelta la casa buscando armas y textos que lo comprometieran con grupos terroristas nuevamente.
Mi hermana y yo estábamos sentadas en la mesa junto con mi papá y mis dos abuelas, que vivían con nosotros en ese momento, y tengo la idea de que era a mi mamá la que le preguntaban cosas, que después vino y estuvo con nosotros.
Cuando terminaron de requisar la casa, nos llevaron a la comisaría, a dos cuadras de mi casa, caminando a los 6. Mis abuelas, que nunca habían tenido contacto ni con la policía, el susto, el miedo era increíble.
A los minutos de llegar a la comisaría, veo que traen a la directora de mi colegio con los ojos vendados y esposada, después una profesora embarazada con su esposo, y al compañero de política del partido comunista de mi papá. A los detenidos los llevan adentro, no se a donde, y a nosotros, los familiares, a lo que fuera el casino de oficiales.
Ya transcurrida la noche, mi mamá llama a su hermano para que nos venga a buscar porque nos iban a dejar salir (por la puerta de atrás) y que a los detenidos los iban a trasladar pero no se sabía a donde. Mi mama estaba muy angustiada, lloraba, venían familiares a consolarla, eso recuerdo. Mi hermana y yo estábamos muy asustadas, si tengo que decir una palabra que caracterice lo que viví en ese momento es miedo, por mucho tiempo no pude escuchar que se rompieran vidrios, pase muchas noches de insomnio.
Dos amigos militantes radicales de mi papa, muy jugados y respetuosos de los derechos humanos, siguen en auto al camión donde los llevaban hasta que ven que llegan a la cárcel de San Nicolás, allí llaman a mi casa para avisar.
Habrán pasado 45 días hasta que mi mama pudo ir a visitarlo por primera vez, y después alguna vez fui yo. Tres meses estuvo preso ahí, gracias al cura párroco de Rojas que intercedía por un obispo que iba a la cárcel podíamos asegurarnos que por lo menos no los trataran mal, la mayor preocupación de la familia. Lo dudoso de esto es que al obispo un año más tarde prácticamente lo matan, tuvo un accidente de auto de lo más sospechoso.
Luego de los tres meses en San Nicolás, lo trasladan a Sierra Chica en Olavarría, que era mucho peor porque ahí estaban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, donde también había guerrilleros y montoneros. En ese lugar ya no la pasa muy bien, hacía mucho frío, mi papá era asmático, y mi mamá le llevaba medicamentos cuando podía. Mi hermana y yo fuimos una vez a visitarlo a esa prisión. Las visitas eran cuando los militares querían y de manera denigrante, llegábamos a la madrugada, teníamos que hacer una fila enorme, en medio de un descampado, había que pasar por una requisa…
Lo único que mi papá pedía era que lo dejaran leer, y también se acordaba que en la escuela primaria me habían enseñado a hacer manualidades con migas de pan y vinagre, y con eso hacía artesanías, era muy hábil con las manos. Cada dos o tres días lo dejaban ir al patio, donde hacía gimnasia, cosa que era totalmente ajeno a él.
Permanece preso hasta septiembre. Una noche le dicen que ya se puede ir, que agarre las cosas y se vaya. Contaba que tenía mucho miedo porque sabía que muchas veces cuando salían los mataban o venía otro grupo y lo detenían clandestinamente. No sé de qué manera llega a la terminal de Olavarría pero de ahí se tomó un colectivo a Junín, recién allí llama avisando que estaba libre.
- ¿Cómo fue el reencuentro?
Fue como un “gente que busca gente” -dice Claudia entre risas-, fuimos a buscarlo a la terminal de Rojas, junto con un amigo de él. El después fue difícil, no militó más en ningún partido político, decía que “a la política la miraba desde el balcón”. Se dedicó plenamente a su profesión (abogado), porque la economía familiar también se había visto golpeada.
- ¿Cómo fueron tus días en la escuela durante los seis meses del detenimiento de tu papá?
Fue muy difícil, una mezcla de vergüenza, de no querer que me preguntaran nada, de no querer hablar. Mis compañeros jamás me dijeron algo al respecto, algunos por miedo y otros porque parte de la sociedad tampoco tenía plena consciencia de lo que pasaba. Los profesores algunos se animaban y me preguntaban como en secreto, informalmente, por donde estaba por ejemplo.
- ¿Cuáles fueron las posturas dentro de la escuela con la falta de la directora?
Los alumnos hicimos de cuenta como si no hubiera pasado nada, pero se rumoreaba. No se que pasaría en las reuniones de profesores, que justamente se supo que fueron dos compañeras quienes la denunciaron, sin ella tener ninguna afiliación política y nada por el estilo.
La directora dos o tres meses antes de la desaparición fue secuestrada por un grupo de tareas en una esquina de la plaza principal del pueblo, donde estuvo alrededor de 30 días en un sótano. Luego de eso volvió a la escuela.
- ¿Cómo siguió tu padre recordando lo que le pasó?
No era de recordarlo asiduamente, tal es así que mis hijos ya grandes como estudiantes universitarios recién empiezan a charlar y ahondar un poco y el empezar a contestar preguntas. Era un tema que “había sepultado”. La única anécdota que alguna vez contó es que mientras que era Juez Civil en Pergamino llegó una causa de uno de sus carceleros en San Nicolás, que no había sido muy amable, a quien le preguntó si podía tener alguna foto de cuando había estado preso, el señor se puso incómodo y le comenzó a decir que él no estaba de acuerdo con los militares.
Era de juntarse a comer asados con los que estuvieron detenidos, y medio en broma medio en serio, decían que “si no hubiese sido por Videla no se hubieran encontrado nunca”. También manifestó siempre su agradecimiento hacia el Coronel a cargo de la Región Militar Junín que los preservó, decía que “eran sus presos” y que “no se los tocaran”.
Mi papá era de ver las cosas desde el vaso medio lleno, sus ideas siempre las tuvo, aquello se que las ideas no se matan no se las mataron, pero si nunca más las manifestó más allá de debates entre amigos.
- ¿Cuál fue el sentimiento que le quedó para con los vecinos de Rojas que lo “vendieron”?
En esa oportunidad él sí se manifestó, a los dos o tres años, o ya con la democracia, sacó una solicitada que tituló “alcahuetería”, ahí decía que había sido por los alcahuetes de Rojas que él y el resto de los rojenses fueron detenidos.
- Hoy desde los años que transcurrieron ¿Cómo ves aquello que pasó?
Yo creo que Juan Domingo Perón fue un fuerte responsable de todo esto, fue “el gran zorro” de la política argentina, por un lado tenía a la derecha y por el otro a la izquierda y a los dos los envalentonaba. Desde el exilio fomenta a los montoneros a que actuaran. Cuando llega al país, en Ezeiza, confrontan la derecha y la izquierda fuertemente. Tenía un gran poder, y en el medio López Rega, muy de derecha, que lo dominaba, donde luego se pone en contra de quienes fomentaba.
Al tiempo falleció Perón, queda Isabelita comandada por López Rega, había un a nivel país y un desastre económico, donde llegan los militares con el lema de “salvar el país” y van contra todo.
Cuando veo a los actuales políticos pienso que antes lo que importaba no era el cargo, sino hacer algo por la gente, los que lucharon en aquel tiempo no buscaban esto ni ahí.
- Para finalizar el encuentro, ¿por qué para vos el 24 de marzo es una fecha importante?
Desde mi Humilde opinión el 24 de marzo es más que significativo porque es el día de la memoria y del nunca más el Terrorismo de Estado, ni olvidarlo, y que nunca más sobre el pueblo argentino vuelvan a suceder ese tipo de cosas. Me parece super importante que en el año haya un día feriado en el calendario, aunque la gente no lo perciba así, que se vea en los medios y los organismos gubernamentales de tal manera que siempre este presente el 24 de marzo de 1976, del tiempo anterior y los 7 años que duró la dictadura. Que siempre nos haga ver que la democracia es la mejor de las opciones para convivir en sociedad.
Muy buena la entrevista!! Que interesante lo que cuenta Claudia y al mismo tiempo que terrible habrá sido vivir esa situación.
ResponderBorrar