25 Nov. 2020 -escena de lectura-
Marzo de 2020. Iniciaba una larga etapa (que aún no acabó) acechada por la pandemia del Covid-19. Cuando se decretó la cuarentena me invadió una total incertidumbre. Los primeros días los vivimos cual vacaciones en casa, cocinando cosas que jamás antes hubiéramos imaginado hacer, ordenando con la ayuda de Marie Kondo, reuniéndome con amigos de manera virtual, entre otras cosas, que, vale aclarar, me resultaban bastante entretenidas al principio.
El aumento del número de infectados, acompañado por el de los fallecidos oscurecía el panorama y confinarse ya no significaba días de descanso y distensión, sino un acto de protección de la propia vida y de las de tus seres queridos.
Los casos de las víctimas cercanas, sus historias de vida y el dolor de los familiares nos afligían a todos.
En medio de este contexto, sumado a las dificultades económicas de subsistencia, hubo un día en que la Argentina entera sufrió por lo mismo. O al menos la gran mayoría.
El 25 de noviembre de 2021 sería el día en que la vida del más grande ídolo de todos los tiempos llegaría a su fin. Murió Diego Armando Maradona, “el Diego”. La desolación penetraba los cuerpos, la tristeza invadía las almas, y la bronca de tan cruel final que da el empujón para desparramar rabia cada vez que suman detalles de la deplorable situación de sus últimos días.
Lloré desde que mis amigas mandaron que había fallecido, alrededor de las 13:00 hs de ese mediodía, siguiendo por la cantidad de gente que fue a despedirlo a la Casa Rosada, la caravana que lo acompañó hasta el cementerio. También con cada perlita que los medios de comunicación y las redes sociales mostraban para enaltecer su memoria. Momentos con “la Claudia, la Dalma y la Giannina”, como la emblemática canción “La mano de Dios” que le dedicó Rodrigo. Pero hubo uno que me llamó la atención y nunca antes lo había visto.
Eran Soledad Pastorutti y Diego sentados en el escenario del Gran Rex en dos banquetas, mientras ella le cantaba “Brindis”. Desde ese momento considero que es una de las canciones más lindas que alguna vez haya escuchado. Es una canción que Afo Verde le compuso a Sole cuando, según contó en entrevistas, cumplía sus 10 años de carrera y estaba desanimada.Fue un flash conocer ese video una vez el 10 ya fallecido, parecía sintetizar todo lo tan mítico y exageradamente humano que se resguardaba en él.
-“Seguir siguiendo al corazón, y coquetear con la intuición”- comienza Sole ante la firme mirada de Diego. El astro del fútbol se encontraba en un buen momento físico, acompañado por Claudia, luego del fatídico episodio de Punta del Este del año 2000 donde casi pierde su vida -“Seguir soñando en un rincón, seguir creyendo que hay un Dios que me endereza de un tirón la puntería”-
-“Con mil abrazos me cuidé, con mil amores me curé, juntando heridas sigo creyendo en la gente”-, “la Sole” y “el Diego” se abrazan. En su mirada se puede ver a ese niño de Villa Fiorito que logró llegar a lo más alto, a costa de negociar con las degradantes bajezas. Que gozó y padeció. Que muchas veces hizo tanto bien, y otras tanto mal.
-“Cada tanto muero, pero hoy no”-, y lamentablemente ese 25 de noviembre de 2020 si. Y lo lloraban las miles de personas que dejaron atrás el miedo a un presunto contagio de coronavirus y se movilizaron a darle el último adiós. Y lo lloraban sus hijos, sus mujeres, sus amigos, sus hermanos. Lo lloraba el mundo. De Argentina a Italia, y tantos otros destinos que lo veneran con altares y murales.
Yo, como tantos otros, no conocimos al Diego jugador. Ese que trajo la copa en el ‘86. Pero igual lo sufrimos. Se fue la persona que le hizo el mejor gol de la historia al país que se cargó las vidas de tantos pibes argentinos en una guerra por un territorio que nos pertenece. Fue el que puteó sin piedad a los que silbaron nuestro Himno Nacional. El que jamás se olvidó de sus orígenes, al contrario, siempre más que orgulloso de estos.
Y con todo el público que esa noche acompañaba a Soledad por el festejo de sus 10 años de carrera, el Gran Rex entero gritó -“por otra noche con el Diego doy mi vida”-. Lo que la Argentina suplica cada vez que se lo recuerda. Hoy solo queda agradecer lo que dejó, y nutrirse de su ejemplo para lo que siempre no. El más argentino de todos.
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